¿Alguna vez ha abierto la puerta de su lavavajillas y ha retrocedido cuando lo que debería oler a limpio le recuerda en cambio al vestuario de su antiguo colegio?

Parece contradictorio que los accesorios de su hogar creados expresamente para limpiar cosas necesiten limpiarse a sí mismos. Puede ser tentador ir directamente a por la lejía, pero primero echa un vistazo a los siguientes consejos para mantener tu lavavajillas funcionando (y oliendo) de maravilla.

Es hora de ponerse los guantes y ensuciarse.

- Debido a que los lavavajillas están diseñados para limpiar los residuos de comida de sus platos, estos residuos tienden a acumularse en el filtro situado en la parte inferior de la unidad. Asegúrese de quitar el filtro y enjuagar/fregar cualquier residuo de comida acumulado en el filtro hasta que el agua fluya fácilmente a través de él. Esto también asegurará que su unidad drene correctamente.

- A continuación, retire todas las rejillas del lavavajillas para poder acceder fácilmente al brazo giratorio. En la parte inferior de este brazo hay orificios que permiten la entrada de agua limpia. Con el tiempo, los residuos de agua dura y otras impurezas se acumulan en ellos, impidiendo el flujo de agua y dando lugar a platos menos limpios. Utilizando algo pequeño y puntiagudo, limpie cada orificio antes de fregar con un cepillo de dientes.

- Con un paño o un bastoncillo empapado en vinagre, limpia la junta que rodea la puerta del lavavajillas, ya que es una zona propicia para la acumulación de cosas malolientes.

- Por último, limpia bien todas las rejillas y los laterales/fondo del lavavajillas y vuelve a instalarlo.

Su lavavajillas debe parecer limpio y oler a nuevo.

Para obtener una guía sencilla para la limpieza de todos los pequeños electrodomésticos de su hogar, consulte este artículo de Better Homes & Gardens.

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